16.10.09

SOBRE LA ESTUPIDEZ HUMANA

Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.



Con esta frase, que pronunció Lincon, empezaba E. Ekaizer un artículo en Público "El arte de la mentira política y añadía "salvo que le dejen". Por supuesto se refería a los últimos acontecimientos y a la mentira reiterada de Camps de la que se hace eco toda la prensa. Se les cayó, como al dibujo de Forges, la ideología.
Aquí lo podéis leer completo
No sé cuánto tiempo le seguiremos dejando estar, pero es cosa de todos y todas conseguir que se vaya. Somos muchos y muchas, gentes con ideología socialista, familias y no familias, dentro y fuera del partido, que podemos actuaR como una piña, SUPERANDO DIFERENCIAS, para extender nuestras propuestas. Ese es nuestro reto.
En El Levante, Jesús Civera, analizaba el tema con otro artículo "El albur de espadas" y hablaba de unas categorías para clasificar a los seres humanos. No son las de mi suegro "homens, homenets, homenicacos y cadiretes de cagar" pero también son interesantes. Cipolla fue un historiador económico italiano que formuló una famosa teroría sobre la estupidez humana en la que elaboraba una serie de leyes interesantes y concluía que el estúpido es más peligroso que el bandido. En su libro "Allegro ma non tropo" aparece dicha teoría. Aquí tenéis un resumen.
Y este es el artículo de Jesús Civera, que os transcribo completo.
"Según el catálogo de Cipolla –en su ensayo sobre la estupidez humana–, los seres humanos se dividen en cuatro tipos: los inteligentes, los incautos, los malvados y los estúpidos. En la radiografía que dibujó el economista, el incauto se perjudica a sí mismo y beneficia a los demás. El inteligente se beneficia él y beneficia a los demás. El malvado obtiene beneficios perjudicando a los otros. Y el estúpido perjudica a los otros y se perjudica a sí mismo: nos hace perder el tiempo y el dinero perdiendo el suyo propio también. Los estúpidos son peligrosos, según Cipolla. Se puede entender la lógica del malvado: es racional. Se le ve venir. Frente al estúpido estás desarmado. No se puede prever. Entre el paisaje del PP que se mece sobre el culebrón Gürtel, ¿quiénes son los malvados? ¿Quiénes los estúpidos? ¿Quiénes los incautos? ¿Quiénes los inteligentes? No hace falta ser el enorme Cipolla para descifrar las almas y biologías... ¿Son los incautos Rambla, Camps, Costa? ¿El malvado, Álvaro Pérez? ¿Los inteligentes, Rajoy y González Pons? ¿No habría que revisar el orden de los factores? En todo caso, echando mano de otra jerarquía, la guerrera, ¿quién va ganando?, ¿quién perdiendo? Ha perdido Costa, y aún no se sabe por qué: cabeza de turco. Le han fulminado por desobediencia, no por corrupción. Ha perdido Camps. Su extravío en la crisis de Costa y su intento de rendirse a una solución contemporizadora han disipado cualquier duda sobre su fragilidad. Débil como nunca. Ha vencido Rajoy, en medio de una incierta agonía. Y han ganado Ripoll y, sobre todo, Fabra. La flaqueza de uno es la fortaleza de los otros. Y Fabra, más allá de Rus, es hoy el bastión esencial de Camps. Ha colaborado con él en cerrar una crisis ya agrietada –tuvo que reparar las goteras el martes en una emulsión ilusoria– y sabe de su carácter imprescindible para cimentar a Camps. Hasta que el ciclón Gürtel o Rajoy se cobren una nueva pieza. La de Camps, quizás. Atacan los zaplanistas por el sur –Ripoll pidió ayer un gabinete de crisis–, emerge Fabra para «frenarles» por el norte. Pero los apoyos en política son efímeros. ¿Y si pactara Fabra con Ripoll? Los Costa ya están contra Rajoy, que aquí equivale a arrimarse a Esperanza Aguirre, hacia donde también puede derivar Fabra. El PP valenciano es un albur de espadas. Y de geografías, es decir, de presidentes provinciales. Líneas quebradizas sobre una mayoría absoluta y social marmórea. La paradoja es letal.

Costa y la «democracia orgánica». En un prosaico ejercicio de humillación, Dolores de Cospedal intentó ayer vestir la aniquilación de Costa. Le acusó de utilizar a la prensa para atacar los intereses del partido y lo condenó a la postración eterna: no será posible su «restitución». La transparencia (el uso de la prensa para explicarse), negada; el partido, por encima de las libertades individuales. Cuantas más razones da Madrid para echar a Costa, más se adentra en un peligroso campo antidemocrático. ¿Por qué no hablarle al ciudadano como se merece? A Costa se lo han cepillado porque era el eslabón más débil de la cadena, porque Rajoy necesitaba una cabeza, y no iba a ser la de Camps. Todo lo demás son estupideces. Y cuanto más las adornan, peor."

¡Buen fin de semana!

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