12.11.09

IGLESIA Y RELIGIÓN

Manuel Fontdevila en Público
Así andamos con la iglesia y la religión, liados y bien liados, sin comprender qué pretenden ¿Querrán legislar o gobernar? Aunque no tan liados como el personaje de Unamuno en su novela "San Manuel, bueno y mártir", aquel cura santificado por sus feligreses y que no creía en Dios. Pero vivimos, casi desde la Contrarreforma, entre abanderados de la cruzada católica, que quieren imponer su punto de vista en todos los ámbitos.
La viñeta, ácida e irónica, refleja la tradición católica, que rechaza todo lo que le es ajeno y que causó tanta sangre por ello y refleja también, la tibieza de algunos, que la mantiene fuerte y demagógicamente ligada a nuestra vida cotidiana. Y así, la Iglesia como institución se crece, pero no es la iglesia de Vicente Ferrer, ni de Teresa de Calcuta, ni de Juan Gerardi, ni de los jesuitas asesinados en el Salvador en el 89, ni por supuesto, de Leonardo Boff o Camilo Torres y todos los que defendieron la Teología de la Liberación, a la que por cierto, atacó el Papa Benedicto XVI cuando era el Cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregación y la tachó de clasista y marxista por defender a los pobres.
Nuestra particular iglesia, como me gusta llamarla, la católica y española, no se contenta con sacar a kikos, opusdeistas y obispos a la calle, cuando le place, contra el gobierno socialista, cosa que no hizo con los populares; no se contenta con intervenir en ámbitos que no le son propios; no se contenta con no pagar impuestos, ni con recibir subvenciones en sus colegios, un dinero público que no se invierte en la enseñanza pública.
Nuestra particular iglesia se atreve a amenazar en el estilo más medieval, que una pudiera imaginar, a los diputados y diputadas que voten la ley del aborto porque "Quien apoye, vote o promueva esa ley está en pecado mortal público y no puede ser admitido a la sagrada comunión", ha dicho el portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar del cardenal Antonio María Rouco en Madrid y secretario de la Conferencia Episcopal Española. Y añade: "Quitar la vida a un ser humano es contradictorio con la fe católica. Quien contribuya a ello está en la herejía y, por tanto, excomulgado". Esta doctrina episcopal "vale para todos los católicos, estén en el partido que estén y por encima de lo que les diga su partido". ¿Qué os parece eso de pecado mortal público? ¡Qué fuerte!
La confusión entre iglesia y religión es lo que tiene, las creencias, que forman parte de lo privado, se instalan como dominadoras de lo público y es que en realidad, la confusión es mayor, porque se confunde Iglesia con Estado.
Nuestra particular iglesia no amenaza con la excomunión a los maltratadores, ni a los que abusan de los niños, entre los que se encuentran algunos de los suyos, ni a los genocidas, ni a tantos otros que atentan contra la vida y los derechos fundamentales. Su relativismo moral es tan grande que no se aperciben que están perdiendo credibilidad, seguidores y representantes, al atacar desesperadamente al gobierno y al no preocuparse de lo que es propio, la religión.
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