11 de septiembre 1973. Chile. Muere Salvador Allende.
Gabriel García Márquez escribió en 1974 un texto "Chile, el golpe y los gringos" en el que explicaba las causas y el suceso del Palacio de la Moneda de Chile, que acabó con la vida del Presidente socialista, Salvador Allende. El texto terminaba así: "El drama ocurrió en Chile, para mal de los chilenos, pero ha de pasar a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a todos los hombres de este tiempo, que se quedo en nuestras vidas para siempre".
Muchos años después un juez español, llamado Garzón, publicó un histórico auto el 18 de octubre de 1998 , dictando la detención a Augusto Pinochet, el golpista que acabó con la democracia chilena, responsable de las numerosas desapariciones y muertes posteriores. La justicia internacional se conmocionó y la ilusión de que era posible se mantuvo unos meses. Los españoles le pedimos que investigara los crímenes del franquismo y lo intentó. La caverna respondió como ella sabe hacerlo. Los fascistas se unieron, ayudados y conducidos, obtuvieron como resultado a un juez valiente lejos de la Audiencia Nacional, perseguido por el Supremo y al que acosan con acusaciones de todo tipo.
Mañana nadie recordará a Marchena, a Varela o a Robles, pero seguro que no se olvidará a Garzón y eso debe ser lo que les duele.
Salvador Allende sigue presente después de tantos años en el corazón de Chile y en el de los socialistas. No le olvidamos. En septiembre de 2003, un funeral multitudinario le recordaba y despedía como Jefe de Estado, contrastando con el apresurado entierro de 1973. El pueblo chileno aún recuerda su último discurso retransmitido por la radio desde el Palacio de la Moneda, que podéis leer y oír aquí y del que extraigo estas hermosas palabras:
Muchos años después un juez español, llamado Garzón, publicó un histórico auto el 18 de octubre de 1998 , dictando la detención a Augusto Pinochet, el golpista que acabó con la democracia chilena, responsable de las numerosas desapariciones y muertes posteriores. La justicia internacional se conmocionó y la ilusión de que era posible se mantuvo unos meses. Los españoles le pedimos que investigara los crímenes del franquismo y lo intentó. La caverna respondió como ella sabe hacerlo. Los fascistas se unieron, ayudados y conducidos, obtuvieron como resultado a un juez valiente lejos de la Audiencia Nacional, perseguido por el Supremo y al que acosan con acusaciones de todo tipo.
Mañana nadie recordará a Marchena, a Varela o a Robles, pero seguro que no se olvidará a Garzón y eso debe ser lo que les duele.
Salvador Allende sigue presente después de tantos años en el corazón de Chile y en el de los socialistas. No le olvidamos. En septiembre de 2003, un funeral multitudinario le recordaba y despedía como Jefe de Estado, contrastando con el apresurado entierro de 1973. El pueblo chileno aún recuerda su último discurso retransmitido por la radio desde el Palacio de la Moneda, que podéis leer y oír aquí y del que extraigo estas hermosas palabras:
A una generación como la mía, que no puede sino dar las gracias por nacer en el seno de una democracia,le impactan historias como la de Allende.
ResponderEliminarMiramos atrás y tratamos de aprender de las injusticias del pasado, de los errores, pero nos encontramos con casos como el de Garzon.
Él, que sacó a la luz el debate sobre las víctimas del franquismo, él que intentó que se hiciera justicia,salió trasquilado pero, como muy bien pudo comprobar al abandonar el Supremo, el pueblo está a su lado, le apoya y le agradece su esfuerzo y firmeza en un asunto tan importante como lo es éste.
Porque lo recordamos Allende permanece y Garzón tampoco será olvidado por los demócratas. Saludos socialistas
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