¡Qué duras son algunas despedidas! Y cada vez que leo una noticia de alguien que tiene que huir, que tiene que olvidar quién es, que abandona su país y su familia por motivos políticos o por hambre, siento la crueldad que nos divide en pobres y ricos, en países desarrollados y subdesarrollados, en democracias y en dictaduras.
Duelen las despedidas cuando alguien nos deja o se va para siempre. Hay gente que se va y no debería hacerlo y algunos que se quedan y que ojalá otros vientos los llevaran lejos.
Cuando se marcha alguien como Jordi Solé Tura, uno de los padres de la Constitución, nos duele decirle adios.
Se va un demócrata, comprometido, inteligente y audaz. De familia republicana, nacido en Mollet de Vallés, tuvo que dejar los estudios para trabajar en una panadería. Ingresó en 1956 en el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC, los comunistas catalanes) cuando ser comunista en España era muy duro. Vivió largas temporadas en el exilio, en Francia y Rumanía.
Abandonó las tesis comunistas después de la invasión de Praga y fundó Bandera Roja en 1968. Firme defensor del federalismo, Jordi Solé Tura, ingresó en el PSC (Socialistas de Cataluña)y fue luego Ministro de Cultura con Felipe González (1991-1993). Sustituyó a otro viejo heterodoxo del PCE: Jorge Semprún. Bajo su mandato se adquirió la colección Thyssen. Con su designación ministerial, el panadero, que no pertenecía a las élites catalanas, que jamás pasó por los exclusivos Jesuitas ni la selecta Virtèlia -recordaba él mismo- llegaba a las más altas dignidades del Estado. De panadero a ministro.
Cuando empezó a perder la memoria y le diagnosticaron alzheimer, su hijo, Albert Solé, rodó un extraordinario documental, en el que contaba quién era su padre y las vivencias de aquellos hijos de perseguidos y exiliados, que vivían en la clandestinidad, obligados a mentir hasta su nombre para no ser reconocidos. La película se llama "Bucarest. La memoria perdida" se estrenó en el 2007 y le dieron un Goya. En el vídeo de arriba, nos lo cuenta.
Decía Albert Solé en el film: “Una de las palabras de mi infancia es clandestinidad. De pequeño siempre creí que era francés. Un día, a los 6 años, me explicaron que en realidad yo era húngaro. A partir de entonces mi héroe fue Kubala, y empecé a coleccionar sellos de la Magyar Posta. Creo que durante un par de años me sentí realmente húngaro. Un día mis padres me volvieron a cambiar el guión. Tenía 9 años. La verdad, me dijeron, es que no había nacido en Hungría. Empezaba a desconfiar de ese nuevo giro en mi historia. Me estaban volviendo loco. ¿Dónde había nacido yo realmente? ¿Por qué tanto misterio?”.
El misterio necesario del que no se rindió y seguía luchando contra el franquismo.
Jordi Solé Tura fue un comprometido político de izquierdas, encarcelado en la época franquista, voz de radio Pirenaica, catedrático de Derecho, brillante intelectual, padre de la Constitución y desde el 2000 enfermo de alzheimer.
Miquel Roca en el País de hoy hacía su semblanza: "Militante de la resistencia antifranquista conoció el exilio, la cárcel, la expulsión de la Universidad y toda una larga serie de incidentes en su camino vital que le hubieran permitido instalarse en el más agrio y justificado de los resentimientos. Por el contrario, tenaz y coherente, no se refugió nunca en la nostalgia sino que miró siempre hacia delante, empujado por la pasión de su causa en defensa de la libertad, del progreso y de la democracia. "
Fue uno de los ponentes de la izquierda, que defendió el consenso, junto a Peces-Barba (PSOE). También estaban Gabriel Cisneros, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Pérez Llorca (UCD)Fraga Iribarne (AP)y Miquel Roca (Minorías CIU) Y salió la Constitución de 1978. Mañana hará 31 años.
¡Buen viaje, Jordi!
Información Francesc Valls en el País
Artículo de Miquel Roca
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