El artículo de esta semana, publicado en El País de ayer, lo firma Manuel Rivas, periodista, novelista, ensayista y poeta. La ternura desgarrada de sus relatos en los que demuestra ser un maestro del lenguaje, se convierte en rabia ante el silencio de la gente aduladora que consiente en "que la jodan" ¿Qúe doctrina emerge de la ascensión, no a los cielos, de los malos modos y el uso del lenguaje del PP? Increíble parecía la peineta de Aznar , pero forma parte de la tradición de los suyos, hasta ahora contenidos por la democracia. "En esta democracia, los demócratas están de más". Nuestra derecha, hace y dice lo que piensa: que nos jodan.
¿Hasta cuándo?
El ‘Fuck off’
En esta democracia,
los demócratas están de más. La adulación a la gente que consiente en “que la
jodan” es un sarcasmo. El silencio va siempre asociado al miedo
Primero, qué se jodan. Segundo, si los jodidos protestan,
tratarlos como jodidos terroristas. Y tercero, si las leyes se resisten,
violarlas, que para eso están, como las mujeres. Así, a golpe de quijada, se va
construyendo un sublime cuerpo doctrinario. Después de Donoso Cortés, con su
premonitorio Discurso de la dictadura, nuestra gran exportación reaccionaria,
la derecha vuelve a poner a España en la cresta con una auténtica filosofía del
poder de vocación universal: el Fuck off. Es un lugar común que la izquierda
está torpe y la socialdemocracia ha perdido el olfato y otros atributos. Pero,
para compensar, tenemos esta derecha lozana que picotea vísceras en la cueva de
las ideas. Mundo adelante se sigue con perplejidad la Contrarreforma española,
la explotación ideológica, a cielo abierto, de la crisis, pero lo que de verdad
pasma es su formulación teórica, ese estilo canalla que va del punkismo pijo de
la diputada Fabra (“¡Qué se jodan!”) al modernismo cabrón del preboste Bregaña
(“Las leyes son como las mujeres, están para violarlas”). Podemos establecer un
enlace poético con el expresionismo animal de la época Aznar (“Perros que
ladran su rencor por las esquinas”) y la fabulación cinegética de su director
general de Enseñanza (“Tampoco a los conejos se les consulta la Ley de Caza”).
Hay un hilo que hilvana este discurso del lado torvo de la transición, y que
vuelve a expresarse con facundia costumbrista: el elogio a la “mayoría
silenciosa” es una impugnación del ágora, de los que ejercen la libertad. En
esta democracia, los demócratas están de más. La adulación a la gente que consiente
en “que la jodan” es un sarcasmo. El silencio va siempre asociado al miedo. Un
amigo me cuenta que días atrás se asustó al ver el cielo enrojecido. Viajaba en
autobús y estuvo a punto de gritar. Hasta que se dio cuenta de que era una
hermosa puesta de sol. El síndrome Fuck off.
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